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¿Cómo ayudar al desarrollo del cerebro de nuestro bebé?

Los bebés nacen con un cerebro muy inmaduro, tanto, que se considera que aún debe crecer y desarrollarse hasta en un 75%. Dicho de otro modo, al nacer, el cerebro del bebé es sólo la cuarta parte de lo que será en el futuro, cuando sea mayor.

El cerebro crece en tanto se van realizando nuevas conexiones neuronales, y dichas conexiones dependen de las vivencias y estímulos que el bebé reciba.Esto quiere decir que los padres somos los responsables de crear unas bases adecuadas para que el niño se desarrolle adecuadamente y pueda madurar social, psicológica y emocionalmente sano.

En los primeros años se crean los patrones de pensamiento y respuesta

Se sabe que en los primeros tres años el cerebro del bebé crece hasta el punto que aparecen ya los patrones de pensamiento y los de respuesta. Esto es que el niño ya tiene capacidad analítica, de pensamiento, de razonamiento, y que empieza a tomar decisiones en base a lo aprendido, de manera reflexiva.

Esto quiere decir que el entorono, en el que el niño se desarrolle adecuadamente debe ser preparado y no a lo que el dia a dia requiera solamente; pues asi sus razonamientos, pensamientos y reflexiones le ayudaran a ser una persona de bien. Y es que el cerebro del bebé no es un calco del cerebro de los padres, como se creía antiguamente (se pensaba que si un padre era un científico brillante el hijo tenía que serlo por herencia), sino el fruto de dicha herencia genética (sí es cierto que algunas habilidades se heredan) junto con un ambiente que lo haga propicio.

Si el ambiente no es el adecuado, si no ofrecemos a un bebé lo que necesita para desarrollarse adecuadamente, el mero hecho de heredar unas cualidades no le harán conseguir los mismos éxitos que sus padres. Esto, de hecho, se ha podido ver documentado en los estudios que demuestran que para un niño y su futuro no es lo mismo nacer en un sitio que en otro (refiriéndonos a clases sociales, sobre todo).

¿Y qué necesita un bebé para desarrollarse adecuadamente?

Como padres, debemos tratar de cubrir, en nuestro bebé, no solo las necesidades fisiológicas que con tanto esmero solventamos (alimento, un lugar seguro en el que dormir, etc.), sino también las psicológicas, que en muchos casos aún no acabamos de creer importantes. Un bebé necesita:

  • Sentirse especial, querido y valorado: muchos lo llaman "tener al niño consentido", provocarle "mamitis" y cosas por el estilo, pero en realidad es muy necesario para el bebé. Tiene que saber que le queremos, que para nosotros es un privilegio poder tenerle entre nosotros y que forme parte de nuestras vidas y que le querremos siempre, haga lo que haga. Si acaso, lo que hay que tener en cuenta es que no esté sobrevalorado, de modo que el niño crezca creyendo que el mundo le debe algo (luego hablamos de esto otra vez).
  • Sentirse seguro: que no es otra cosa que evitarle miedos y sufrimientos que no está preparado para controlar ni superar.
  • Crecer en un ambiente predecible: que el niño tenga estabilidad, que la familia se comporte de manera coherente, que pueda poco a poco entender cómo viven las personas que le rodean y así, de paso, entender cómo vive él.
  • Una persona que le guíe: alguien que le ayude a avanzar, que le sirva de referencia, de modelo en el que fijarse para aprender a vivir y aprender a ser. Un padre y/o una madre que sepan que los niños aprenden más de aquello ¿que ven que de aquello que se les dice?.
  • Un equilibrio entre libertad y límites: de modo que sea libre para avanzar en la vida y tomar elecciones, pero tenga unos límites claros y lógicos que le enseñen que su libertad acaba donde empieza la de los demás, y que no puede desearse para los demás lo que uno no desearía para sí mismo.
  • Recibir unos estímulos adecuados a su edad y maduración: para que pueda desarrollar sus gustos, sus habilidades, su lenguaje, sus capacidades... que el niño esté expuesto a diferentes ambientes en los que pueda comunicarse con niños y adultos diversos, donde pueda interaccionar con diferentes juguetes, donde las normas puedan variar de un sitio a otro, donde tenga posibilidad de hablar, escuchar, jugar, explorar, leer, pintar, escuchar música, bailar, etc.

Es decir, un niño tiene que poder vivir en el lugar en el que a nosotros nos habría gustado vivir de niños, o incluso en el lugar en el que ahora nos gustaría vivir: ese en el que pudiéramos comer adecuadamente, sin prisas, con alimentos variados y sanos; ese en el que estuviéramos con personas cálidas, afables, receptivas, comunicativas; un entorno en el que tuviéramos tiempo de divertirnos y dejar volar nuestra imaginación; ese en el que tuviéramos buenos libros para leer y aprender; un lugar con música que nos gustara y nos hiciera emocionarnos y bailar; un entorno con libertad para tomar nuestras propias decisiones, poder equivocarnos y poder reflexionar con otras personas sobre nuestros errores sin sentirnos ridiculizados ni humillados.


 
 
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