El cerebro crece en tanto se van realizando nuevas conexiones neuronales, y dichas conexiones dependen de las vivencias y estímulos que el bebé reciba.
Esto quiere decir que los padres somos los responsables de crear unas bases adecuadas para que el niño se desarrolle adecuadamente y pueda madurar social, psicológica y emocionalmente sano.
En los primeros años se crean los patrones de pensamiento y respuesta
Se sabe que en los primeros tres años el cerebro del bebé crece hasta el punto que aparecen ya los patrones de pensamiento y los de respuesta. Esto es que el niño ya tiene capacidad analítica, de pensamiento, de razonamiento, y que empieza a tomar decisiones en base a lo aprendido, de manera reflexiva.
Esto quiere decir que el entorono, en el que el niño se desarrolle adecuadamente debe ser preparado y no a lo que el dia a dia requiera solamente; pues asi sus razonamientos, pensamientos y reflexiones le ayudaran a ser una persona de bien. Y es que el cerebro del bebé no es un calco del cerebro de los padres, como se creía antiguamente (se pensaba que si un padre era un científico brillante el hijo tenía que serlo por herencia), sino el fruto de dicha herencia genética (sí es cierto que algunas habilidades se heredan) junto con un ambiente que lo haga propicio.
Si el ambiente no es el adecuado, si no ofrecemos a un bebé lo que necesita para desarrollarse adecuadamente, el mero hecho de heredar unas cualidades no le harán conseguir los mismos éxitos que sus padres. Esto, de hecho, se ha podido ver documentado en los estudios que demuestran que para un niño y su futuro no es lo mismo nacer en un sitio que en otro (refiriéndonos a clases sociales, sobre todo).
Como padres, debemos tratar de cubrir, en nuestro bebé, no solo las necesidades fisiológicas que con tanto esmero solventamos (alimento, un lugar seguro en el que dormir, etc.), sino también las psicológicas, que en muchos casos aún no acabamos de creer importantes. Un bebé necesita:
Es decir, un niño tiene que poder vivir en el lugar en el que a nosotros nos habría gustado vivir de niños, o incluso en el lugar en el que ahora nos gustaría vivir: ese en el que pudiéramos comer adecuadamente, sin prisas, con alimentos variados y sanos; ese en el que estuviéramos con personas cálidas, afables, receptivas, comunicativas; un entorno en el que tuviéramos tiempo de divertirnos y dejar volar nuestra imaginación; ese en el que tuviéramos buenos libros para leer y aprender; un lugar con música que nos gustara y nos hiciera emocionarnos y bailar; un entorno con libertad para tomar nuestras propias decisiones, poder equivocarnos y poder reflexionar con otras personas sobre nuestros errores sin sentirnos ridiculizados ni humillados.